Momento de reflexión.

Me pareció haberla visto, esa pequeña, hija de un ángel que me robó la atención hace
algún tiempo, sonreí mirando con una sonrisa enorme el castillo, ¿Quién lo hubiera
dicho? Esa chica estaba aquí y al parecer tiene un hermano gemelo, no es problema,
teniendo en cuenta que el rey soy yo, puedo hacer lo que desees y... ¿Qué mejor que
hacer gritar de placer a un angelito como ella? Una verdadera preciosidad,
me recuerda, ahora que lo pienso a una mujer, la único que si se me resistió, lástima que
tuvo un final lamentable.

- La más hermosa...- Dije riendo al recordar la sangre de esa mujer en mis labios.

Acaricié las rosas del lugar mientras seguía caminando por el gran jardín del castillo. Allí, parado en el medio de esto, pude ver a un chico que miraba sonriente al castillo, algo en mi interior dijo que no lo hiciera, que no debía acercarme a él, pero el morbo de conocerlo de tentó y me arriesgué a hablarle, aunque mis piernas temblaban, provocando que no pudiera mantenerme casi en pie. Cerré los ojos tratando de calmarme un poco, luchando para que mi voz pudiera salir de mi garganta.

-Hey...- el susurro salió débil de mis labios.

Me volteé al sentir una débil voz, una jovencita, era lo mas seguro
y pues adivine, una joven rubia, muy bella debo decir, pero parecía
temerosa, no habría que dudarlo en verdad, soy de temer cuando deseo
algo y parece que ella, no sabe en lo que acaba de meterse, su cuerpo se
notaba virgen, incluso sus labios no daban señales de no haber sido
tocados por ningún otro, pude distinguir unas marcas en su cuello, podría
ser la chica de la que tanto habla Alisa, es que tiene la misma fuente de
sangre que ella.

- Hola bella joven - Sonreí de lado, si, ella podría ser mía.

La voz seductora del chico calo hasta mis huesos, miro sus ojos negros que me penetraban.
Pase una mano por mi cabello tratando de que el sonrojo no se notara.

-Un placer conocerte- le sonrío. -Soy Elissa, Elissa Black- le tendí la mano en un gesto demasiado formal al menos para alguien de mi edad.

En silencio, esperando que tomara mi mano, agache la cabeza, sintiéndome algo incomoda ante la fija mirada del chico.

Sonreí al notar el sonrojo en sus blancas mejillas, realmente una muy
bella jovencita era que tenía frente a mis ojos.

- El placer es mio - Tomo su mano y beso el dorso de ella - Yo soy Damien,
Damien Moonblood, para cualquier cosa que le ofrezca bella dama - le sonreí
guiñándole un ojo, realmente un alma inocente, su aroma era cálido, parecía un
poco infantil, pero atrayente, realmente atrayente.

En cuanto sus labios se posaron en mi dorso, libere mi mano de su tacto, era demasiado cálida para mi, que estaba acostumbrada al frío tacto de Franco.

-¡Hace cuánto que estas aquí?- pregunte de manera casual.

Él seguía mirándome de manera coqueta, en esos momentos me pregunte en donde estaría Franco, quién seguramente estaría delante mío, dandole miradas de odio al chico. Suspire, ¿dónde estas hermano...?

Reí al verla quitar su mano tan rápido, realmente debo darle miedo o tal vez
se cohíbe por mi, la miré mas directo a sus ojos, se notaba su nerviosismo, hizo una
pregunta, ¿Hace cuanto estaba aquí?, un par de meses quizas, nunca cuento el
tiempo el cual me quedo en los diferentes lugares por donde vago, junto Dante, mi
fiel amigo.

- Un par de meses quizás, bella dama, realmente no acostumbro contabilizar mis
estadías en los sitios que visito - Reí por lo bajo al ver lo nerviosa que estaba, no podía
apartar mi mirada de ella, una inocencia así me atraía demasiado, incluso un rose
de labios podría satisfacerme, por ahora... y a plena luz de día, solo un rose, para envenenarla
con la lujuria que envuelve a los demonios.

-Ya veo... Genial, debes conocer el castillo mucho mejor que yo, por a decir verdad me pierdo mucho- reí un poco ante mi estupida respuesta.

Damien me ponía nerviosa, me recordaba a aquel hombre lobo que me había atacado hace años. EL miedo comenzó a crecer, quise alejarme del chico en ese momento. Franco, por favor, aparece... Di un paso atrás, alejándome un poco de él, no quería estar cerca. Su aura me daba mala espina.

La vi alejarse un paso, realmente parecía temeroso y eso me provocaba muchos más
mi sangre comenzó a hervirse y a correr rápido por mi cuerpo, me gustaba mucho
esta chica, parecía un conejillo asustado y yo el lobo feroz que la atacaría
en cualquier momento, me acerque a ella intentando sonreír de buena forma, no
quería que mi nueva presa escapara incluso antes de probarla.

- ¿Tienes miedo? - Me aventuré a preguntar, era obvio, cada parte de cuerpo lo
demostraba, debía ganarme su confianza, sería divertido, hacer que esta niña caiga
en mis brazos.

-No quiero hacerte daño si eso piensas, se que hay prejuicios contra los de mi especie, pero
realmente no todo somos así - La miré a los ojos, poniendo mi mejor cara de buena
persona, realmente me salía bien, espero que ella lo crea así también.

Volví a dar otro paso atrás ante la cercanía del chico. Palpe mi bolso negro y lo abrí sacando una barra de chocolate. Se la tendí a él ofreciendole, tratando de no mostrarme nerviosa, pero mi mano temblaba sin que pudiese hacer nada para evitarlo.

-¿Qui-quieres?- dije de manera nerviosa.

Mi mano seguía temblando mientras esperaba que lo tomará. Sabía que no todos los Hombres Lobo eran igual que ese hombre que me ataco, pero aún así, los aborrecía y les temía con toda mi alma...

Entendí que acercarme a ella no funcionaría así que me senté en el piso y saque
un pedazo de su chocolate, le sonreí agradeciendo y lo metí en mi boca,
su sabor me desagrado al instante, dulce, no era algo que a mi me gustase mucho,
de hecho, si podía evitarlo, cosa que siempre hago, lo evito, pero ahora, estaba cazando
y para ser un bueno cazador hay que saber llevar a tu presa.

- Delicioso, a los demonios no les gusta mucho lo dulce, pero yo soy la excepción a la regla-
sonreí abiertamente mirándola a los ojos.

Suspire relajada, mis suposiciones habían sido erroneas, me senté a su lado y sonreí tranquila.

-Lo lamento...

Tome un trozo de chocolate y lo lamí hasta que se derritio en mis dedos, lamí cada uno de los que habían quedado manchandos por el dulce que tanto me fascinada. Lo único que podía ocupra mi cabeza en esos momento era Franco, aún no me encontraba, él podía sentirme de lejos, así que no entedía porque aún no venía por mi...

Mi sangre comenzó a hervir mas fuerte y corría rápido por mis venas, esa chica
estaba llamando aun más mi atención.

- No te preocupes, pero... ¿Porqué parecías huir?- Pregunte intentando obviar el
fuerte deseo que crecía en mi por tirarla al piso y hacer todo lo que mi mete proponía,
Alisa, ya me lo advirtió, "Ni hagas tus cochinadas a plena luz del día", ja, como si a ella
no le gustaran esas cochinadas que hago con ella.

La volví a observar parecía realmente feliz lamiendo el chocolate de sus dedos, no pude
evitar tomar su mano y lamer un residuo que aun quedaba.

- Realmente un chocolate delicioso...- La miré a los ojos relamiendo me el labio inferior,
mirándola con intensidad.