Compras...

El pueblo es un verdadero fastidio, pero necesito un nuevo cepillo para mi cabello, como siempre lo rompí, odio
cuando me llaman "mascota", Alisa sabe que solo ella puede hacer pero se aprovecha, como siempre, de su poderío con
todos los que habitamos, ahí, aunque hay que admitirlo, es una muy buena persona por soportarnos tanto, reí por mi
pensamiento, en verdad estoy algo loca como me dice siempre Scott, pero bueno.
Miré una vitrina, podía ver mi reflejo perfectamente, no tenía nada que ver con el de hace algunos años, cuando recién
llegue al castillo, harapienta, un poco sucia, salvaje, se podría decir.

- Una verdadera loba salvaje - Susurre para mi misma mirando nostálgica aquella vitrina.

Caminaba por el pueblo luego de hacer algunas diligencias para Selinne, como confesarme
aunque no veo que diferencia tiene el confesarse con el no hacerlo, me siento de la misma
forma, no por hacer una estúpida confesión a un tipo en una caja de madera seré bienvenido
al cielo como ella erróneamente cree, pero bueno, pasee mi mirada por el pueblo y ahí la vi
esa cabellera roja y ese porte pequeñito, no podía ser nadie mas que ella.
Me acerque sigilosamente quedando tras ella, llevaba unos meses de conocerla y realmente
es divertido hacerla enojar.

- Más bien un cachorrita perdida, mascotita- le dije a su espalda viendo como daba un enorme
salto, reí entre dientes por eso.

Dí un enorme brinco al sentir la voz de Scott, me llamo "cahorrita" y luego "mascota"
¿Que se cree?, mas encima ser ríe, claro, desde que Alisa me dijo mascotita en frente de él
no puede parar de burlarse de mi, si no fuera por que es tan sexy ya me habría enojado
de verdad con él.
Pero vamos, hablando enserio es un monumento de chico, se nota que los de su especie son
criaturas bellas, la belleza de un ángel combinada con la de un vampiro suma demasiados
puntos, lastima que el solo tiene ojos para proteger a su hermanita, que por cierto, es tan
buena amiga.

- ¿Qué haces en el pueblo angelito? - Le pregunte sonriendo autosuficiente, ¡Ja!, ¿No te gusto
decirme mascotita?, pues ahora tiene angelito.

La miré enojado, eso me saco por hacer un bromita, que me recuerde la razón de mi
desgraciada vida, los lindos angelitos, "lindos", si claro, son solo unos imbéciles que solo
piensan en el "Que dirán" al momento de hacer las cosas, pero bueno, no sirve de nada rabiar
ahora, especialmente por la sonrisita de esta pelirroja hiperactiva.

- No me digas angelito, Antonella - le dije mirándola sonreír, claro, había conseguido lo
que ella quería, osea, hacerme rabiar.
Miré la enorme vitrina que estaba frente a ella, ¿La tienda de cepillos?, cuantos llevaba
comprando en un puro mes?, unos quince diría yo, tal vez más.

-¿Rompiste otro cepillo para el cabello?- le pregunté incrédulo, pero como siempre
esto tendría que ver con que la llamaran "mascota".

Sonreí mas alegre al hacerlo enojar, como siempre este chico es fácil de molestar en cualquier
momento, no importa lo serio que este, solo con llamarlo angelito puedo sacarlo de su mundo
serio y hacerlo hablar, con migo o con otra persona. Selinne es tan afortunada por tener un
hermano así, además de que la protege tanto, como me gustaría tener a alguno de los miembros
de mi familia, pero, que sintieran los mismo que yo, lo que es ser un licantropo, no es cosa
fácil en verdad.
Scott miró atrás mio y ahí fue cuando me di cuenta de que estábamos frente a la tienda de
cepillos para el cabello, el ya se sabía que cada vez que me dicen "mascota" me enojo y
rompo algo, cosa de la cual la victima mas repetitiva son mis cepillos.
Me pregunto, obvio, si es que de nuevo lo había roto, enrojecí rápidamente.

- Pues tú sabes, Alisa se paso de la raya diciéndome que yo era su mascota - Estaba roja lo
sabía, pero es que, no me gusta que me digan mascota.

Reí al escuchar su respuesta y verle la cara tan enrojecida, podría tener una competencia con el
rojo de su cabello facilmente, aparte de eso seguramente debió haberle cantado, Alisa sabe muy bien como
sacar quicio a cualquiera, conmigo lo ah hecho fácilmente, a la única que aun no la eh visto fuera de quicio
por ella es a Selinne, pero bueno, mi hermanita es un caso especial.

- A cierto, como todos los miércoles Selinne me envió a que me confesara, tú sabes, cosas
de ella - le dije cansinamente, aunque Selinne sea mi hermana no debería venir a estas
estupideces, pero bueno, no soy capaz de decirle que no a ella.

Me causo mucha risa, Selinne, como siempre enviando a su hermano a seguir a la iglesia
¿Qué más se podría esperar de un ángel?, reí mirándolo ver con fastidio y eterno odio a la
iglesia, Scott siempre ah demostrado ese odio y rencor contra todo lo que tenga que ver
con Dios o los ángeles.

- Fue criada en el cielo, ¿Qué esperabas?, es obvio que no quiere que su hermano caiga en
garras de la maldad - dije riendo, Selinne en verdad adora a Scott y no lo quiere ver
perjudicado a los ojos de Dios.

-¡Aunque podrías no ir y decirle que si fuiste! - le sugerí, aunque ya me imaginaba la respuesta.

Sonreí con lo que dije, "ser arrastrado por las garras de la maldad", vamos, aunque lo reniegue
toda mi vida, no creo ser completamente malo, si, no importa matar para saciar mi sed,
tampoco me importa cuando hiero a las personas con lo que digo, pero bueno, es algo sin
importancia, Antonella me dio una buena idea, salir por ahí y luego decirle a Selinne que su fui
a su querida iglesia, pero no, no funcionaría.

- Es una excelente idea lobita, pero no puedo, el sacerdote es muy amigo de ella y además sabes
que no puedo mentirle - sonreí al verla reír, realmente disfrutaba verme en esta situación.

Reí con ganas, al escuchar su desgracia, pero bueno, ¿Qué se le puede hacer?, lo vi dar un
vistazo a una tienda de vestidos, ya se lo que pensaba, uno nuevo para su hermanita, como
siempre un buen hermano, mayor, me encantaría tener un hermano que se preocupe por mi
ya casi ni recuerdo los rostros de mi antigua familia, aunque así está bien, deben ser olvidados
ellos quisieron desaserce de mi, les hice las cosas más fáciles desapareciendo.

- Eres un gran hermano Scott - Sonreí mirándolo el me devolvió la sonrisa, aun recuerdo
cuando llego al castillo, tan serio y poco sociable, una vez que lo conoces es tan amable, tan
buen amigo.

- Me encantaría tener un hermano como tú...- Comencé a reír, era cierto, un hermano como
Scott, me sentiría tan protegida.