Alone again?

Suspire mientras apoyaba mis brazos en el borde de la ventana mirando el oscuro y estrellado cielo nocturno.
Solté mi cabello de las coletas que tenía, meciéndolo un poco para que el dolor que sentía en mi cabeza se apaci-
guara un poco. Saque un chocolate de mi bolsillo, aprovechando de cambiar la canción que en aquello momentos
se reproducía. Abriendo el chocolate me corte con el papel, aguantando un poco la quemadura del roce, me lo metí
en la boca.

Que tonta soy

Termina de arreglar mis problemas con Alisa y tome dirección en busca de Elissa, que estaría haciendo mi princesa, al caminar por los pasillos sentí el aroma de su sangre, lo conosco mejor que nadie, ese olor no se me escapa por nada, corrí y la encontré apoyada de la ventana, que hermosa se ve a la luz de la luna, es cuando mas me produce devorar su cuello.
Me acerque a ella y le quite el dedo que tenía en su boca.

-Dejame eso a mi...
Lo metí a mi boca para poder lamerlo, no puedo dejar de amar esta sangre, es mi mayor adicción, la unica que me vuelve vulnerable ante todo.

La presencia de Franco me tomo por sorpresa, pensé que no aparecería
hasta más tarde, porque estaba haciendo algunas cosas. A decir verdad
me tenía un poco sola, pero sabía que no podía exigirle nada, después de todo
cuando yo envejeciera y muriera, el tendría que buscar a un nueva chica.
Agache mi cabeza cuando él comenzo a succionar mi sangre, aguantando
las ganas de llorar, no quería que esto terminase jamás...

Te amo Franco...

Elissa estaba triste, deben estar pasando por su mente esos tipicos pensamientos que me ponían de mal humor.
La tome de la cintura y le di un abrazo ya soltando su dedo.
Amaba escuchar de sus labios decirme "te amo", era otra de las cosas que necesito todos los dias para vivir.

-Yo mucho más Elissa.
Olí su cuello, rozando mis labios contra el.

-Puedo?
Susurre en su oído, sentándome para acomodarla en mis piernas sin dejar de abrazarla, me gusta hacerla sentir protegida, despues de todo es mi mayor tesoro, la persona que mas amo y necesito.

Amarre mis brazos al cuello de Franco, tratando de mantener
el equilibrio, el sonrojo subió a mis mejillas, lo que pasaba siempre
que Franco me tomaba entre sus brazos.
Asentí silenciosa mientras me separaba un poco de su cuerpo para
que estuviera más cómodo y pudiera succionar mi sangre con
tranquilidad.

-Hazlo...- susurre

El ver sonrojada a Elissa se me hizo un estudió, cada día descubría un tono nuevo de rojo.
Reí y luego sonreí de lado al escuchar su sumisa y normal respuesta.
Tome su cuello con cuidado, y lo lamí, para poder enterrar mis colmillos en el, intente como siempre ser delicado, no me gusta dañarla, pero soy adicto a su sangre.
Mientras la bebía mil ideas pasaban por mi mente, vamos es mi hermana menor
que rayos tengo en mi cabeza, debo dejar de pensar en eso.
No pueden salir de mi cabeza todas esas ideas lujuriosas y prohibidas.

El pequeño gemido salio de mis labios cuando Franco encajo
sus colmillos en mi cuello, enterré mis manos en su cabello, acercándolo
un poco más a mí, permitiendo que tomara toda la sangre que quisiera,
después de todo, a mí nunca se me acabaría.
Cuando me daba cuenta de lo frágil que era a su lado las ganas de llorar
me superaban, yo nunca podría ser tan fuerte, ágil, no tampoco viviría para siempre
y eso, sencillamente me aterraba...

El gemido que lanzo Elissa por mi mordida, me hizo arder la sangre.
Pero luego sentí o mas bien olí las lagrimas de Elissa, no la comprendo
por que llora cada vez que la muerdo, le molestara, nunca pienso en ella cuando
se trata de que me alimente, soy un egoista.
Me separe de su cuello lamiendome los labios para luego acariciar su mejilla.

-No llores Elissa, que puedo hacer para que dejes de llorar cada vez que te muerdo?
El desear a mi hermana, feliz es algo dificil, despues de todo la daño siempre.

No me di cuenta de que mis lagrimas habían salido hasta que Franco me pregunto
la razón. Pase rápidamente el dorso de mi mano por mis mejillas negando con la cabeza.
Él no tenía la culpa de nada, yo solo era una tonta que pensaba en cosas idiotas.

-No es tu culpa, Franco, no hiciste nada, nunca haces nada- acaricie su mejilla mirando directo a sus ojos, aquellos ojos que me invitaban a perderme en el camino del pecado.

Cerré mis ojos, tratando de concentrarme nuevamente. Deja ya eso Elissa...

Acarició mi mejilla y me dijo que no era mi culpa, es dificil para mi creer eso
por que estaba llorando.

-Elissa...
Tome su rostro con mis dos manos y me acerque a sus labios, sentía su respiración
y su delicioso aroma a chocolate en sus labios, el ver sus labios tan cerca de los mios
me daba ideas, nunca la había tomado de esta, forma, a pesar de desearlo muchas
veces.

-Cuanto me amas Elissa?
Dije acomodando mi cabeza como si fuera a besarla en cualquier momento.

Aquella pregunta más la cercanía que tenía conmigo hizo que dejara de pensar
en ese momento.

-Te amo mucho más de lo que los hermanos deben amarse...-

El débil susurro que salió de mi boca provoco que mi corazón latiera a mil
por hora. Enrosque mis brazos nuevamente el el cuello de él, cerrando
mis ojos nuevamente, tratando de calmar un poco la rápida respiración
que tenía, al igual que mis latidos.

Lo que me dijo Elissa me bloqueo la mente.
Sentí su abrazo y como su respiración estaba muy agitada, un impulso me
hizo meter la mano por debajo de su polera. Que suave es la piel de Elissa
siempre me a gustado tocarla.

-A que te refieres con mas de lo que los hermanos deben?
Yo se a que se refiere, pero quiero que alguna vez haga un esfuerzo para que yo la entienda.
La amo y mi cuerpo solo la desea a ella, la desea con pasión y lujuria.

-Quizás compartimos el mismo pensamiento Elissa...
Bese su cuello

Un pequeño grito salió de mi boca cuando Franco metió sus frías
manos bajo mi polera sin previo aviso. En silencio, enterré mi cara en su cuello,
no podía decirle aquello mirándolo a los ojos directamente, el calor me
consumiría por completo si le llegara a decir lo que sentía por él.

-Me gustas Franco, me gustas de una manera prohibida para nosotros, de la manera en la que nunca podremos estar unidos. Nunca Franco...

Las lagrimas salieron libremente de mis ojos, apretando mi cara contra su cuelllo,
mojando su camisa. Perdón Franco... lo lamento...

Acomodo su cabeza en mi cuello despues de dar un grito y sonreí, creo que ahora sabría la verdad.
Le gusto y le gusto de una manera prohibida, cuanto tiempo llevas pensando así Elissa,
por que no me lo dijiste, desde que eras una niña que te amo de esa manera prohibida.
Por que no puedo hacerla mia, hacer mios sus sueños y tomarla totalmente.

-Por que no podríamos Elissa?, dime los motivos...
Mi voz se volvió seria a pesar de que ella estaba llorando, tiene miedo de lo que piensen los demas
si es así debo rapidamente cambiar su forma de pensar y creo que ya se como hacerlo.

-Porque la sociedad tendría prejuicios contra nosotros, nunca podríamos... nunca podríamos...- no pude terminar aquella frase.- Y yo moriré, envesejere y luego tu tendrás que buscar a otra persona y yo no puedo... no quiero que eso pase.

Me separe un poco de su cuello y mire directamente a su cara, sabía que mi maqui-
llaje estaba corrido, pero en aquellos momentos no me importaba para nada. Acaricie
su mejilla tratando de calmar mis sollozos, no quería que me viera de esta forma, no
así, no en esta situación.

A no, despues de todo el tiempo que la amo, no acepto esa estupida respuesta.
La tome de la cintura con fuerza y la mire a los ojos.

-A mi no me importa lo que piensen, tu eres mía desde que naciste. Y ahora me adueñare de lo que me pertenece desde que nací.
Lamí todo su cuello, creo que esto sería la mayor decicion de mi vida.

-Quiero que me respondas como desees esto que hare.
Tome su rostro y uní nuestros labios, aun no podía apasionarlo, quería ver como
reaccionaria Elissa.

El beso me dejo perpleja, sorprendida, con los ojos aún abiertos enterré
mis manos en el cabello de Franco, cerrando mis ojos, correspondiendo
al beso que había añorado toda mi vida, que había esperado siempre.
Sentí vergüenza en el momento que él lamió mi cuello, ya que la marca
de los dientes de aquel hombre lobo que me ataco cuando era pequeña
estaba allí, aquella horrible marca que me avergonzaba, que me hacía
pensar que no era digna de alguien como él...

Mi mente solo pensaba en la suavidad de sus labios, que bien se sentía tocarlos
con los mios, Elissa era lejos lo mejor que yo podía tener, pero por algun motivo siento
que ella no esta bien del todo, me separe y la mire a los ojos.

-No te molesta?
Pregunte con curiosidad, la amo, por eso lo que menos deseo es que sufra por mi, el
hecho de solo mirarla me hace feliz, y se que ella piensa que al envejecer yo no la amare
se equivoca, siempre la amare, este viva o muerta, la amare por siempre, debo encontrar
a alguien que la convierta, para que podamos estar juntos para siempre.

Negué con la cabeza, imposible de ordenar mis pensamientos
y hablar era casi imposible para mí en aquella situación. Podía
sentir mis mejillas rojas y los restos de lagrimas habían dejado pegajoso
mi rostro.

-No me molesta Franco, estoy feliz- la sonrisa que se formo en mis labios
le demostró cuan feliz estaba, trate de ser lo más convincente posible, porque todo lo
que quería era echarme a llorar entre sus brazos diciéndole cuanto lo amaba.

Escucharla me enojaba, no me gustaba para nada su negativismo, me enfurecía
Sigue desconfiando de mi, eso ya me provocaba, tenía ganas de dejarla ahí sola
por ni siquiera agradecer que estoy con ella, odio su desconfianza, que eh hecho
para que desconfie de mi, que hice maldita sea?!

-Realmente piensas eso de mi?
Quite su mano de mi mejilla, mi rostro se volvió serio, de seguro ella notara lo
enojado que estoy.

-Dimelo antes de que me arrepienta de amarte como lo hago.

Las lágrimas comenzaron a salir a borbotones desde mis ojos,
odia que él se enojara conmigo. Envolví nuevamente mis brazos en
el cuello de él y entonces, tomando todo el aire que podía, me arme de
valor para revelarle lo que sentía verdaderamente por él.

-Te amo, te amo, te amo, te amo, te amo, te amo infinitas veces Franco y no quiero perderte, el simple hecho de pensar en eso me aterra, no quiero perderte nunca, ¡nunca!

Volvió a llorar y se abrazo con fuerza a mi, no la entiendo por que no me dice las
cosas claras, no soy adivino, no puedo leer todos sus pensamientos, no soy perfecto.
La escuche decirlo muchas veces "te amo", no quiere perderme, por que todo
lo que sale de su boca siempre me produce tanta sensaciones.

-Elissa, por que siempre eres tan, pero tan especial?
La mire riendo, limpiando sus lagrimas y el maquillaje corrido, por que siempre
se le meten locas ideas en la cabeza, no la entiendo. Pero intentare hacerlo.

-Haber, quieres decir que no me quieres perder, no quieres que te cambie por otra...
Elissa eh estado buscando a muchos vampiros que puedan convertirte para que
seas inmortal conmigo, mi sueño es tenerte por siempre a mi lado, eres mi todo
mi mundo, sin ti no sería nada, como quieres que me sienta si te escucho pensar
de esa forma, nunca... Escuchame bien!
Le tome el rostro y pege nuestras frentes.

-Nunca te dejare de amar, jamas, por que tu eres mi adicción...

Mire directamente a los ojos de Franco, yo era la persona más
insegura que podría existir en este mundo, y aún no podía creer las palabras
que había dicho mi hermano.

Acerca un poco más nuestros rostros, robandole un beso y separándome
rápidamente de él para darle una verdadera sonrisa de felicidad y agradecimiento.

-Te amo Franco... mucho...

Volví a juntar nuestros labios una vez más, un poco más extenso esta vez, para separarme de él y sonreír nuevamente.

Me beso, me gusta cuando saca esa poca personalidad que tiene bien guardada
me gusta, me enloquese, luego volvió a hacerlo, pero este fue mas largo.
Termino y me sonrió, que linda se ve con esa sonrisa.

-Ahora recibiras un verdadero beso!
La tome con fuerza de la cintura y la bese con toda mi pasión acumulada, metí
mi lengua dentro de su boca y me puse a jugar con la suya, su suavidad y tipico
sabor a chocolate, que deliciosa era.

La intromisión de la lengua de Franco me tomo por sorpresa, trata de gritar,
pero se quedo atorado en mi garganta. Me gusta el sabor que tenía la boca
de Franco, era una mezcla entre dulce y salado, agridulce. Y aunque no me
llevara muy bien con aquellos sabores, me gustaba mucho.

Acaricie su nuca, sabía que era uno de sus puntos sensibles, al igual que el cuello,
se tenso en mis brazos por un momento, para luego volver a relajarse.